Los seres humanos no solo estamos biológicamente determinados para dar respuestas de huida y ataque, como base de nuestra supervivencia. También lo estamos para cuidar unos de otros. Nuestro instinto de cuidado hace posible la protección de nuestras crías y con ello nuestra esperanza de vida como especie.
La capacidad natural de nuestro corazón para vernos reflejados en los demás, para reconocer el sufrimiento propio y ajeno y conectar con él, junto con nuestro deseo sincero de contribuir a aliviar el dolor, son una parte de lo que entendemos como empatía y compasión.
Con el fin de describir nuevas maneras de alimentar esta capacidad natural y de cómo llevarlas a la práctica, el pasado 4 de octubre se desarrolló una nueva edición del programa de regulación emocional que se está llevando a cabo desde la Asociación.