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Muy buenos días a todos.
Me van a permitir que empiece dando las gracias. En primer lugar, a Nueva Economía Forum, y a sus patrocinadores, por haberme dado la oportunidad de dirigirme a todos ustedes este mañana. Para mí, es un acto muy importante.
En segundo lugar, y de manera muy especial, quisiera dar las gracias a Maite Pagaza. Por muchos motivos. Por sus más que generosas palabras de presentación. Por su apoyo y amistad en esta difícil y muchas veces solitaria tarea que es la defensa de la memoria y dignidad de las víctimas del terrorismo. Y sobre todo por ser un ejemplo de convicciones, de coraje y de compromiso cívico.
Por último, quiero agradecer, de corazón, a los representantes de las asociaciones y colectivos de víctimas del terrorismo y a todas las víctimas que estáis hoy aquí. Siempre he creído que nuestra unidad es nuestra mayor fortaleza. Que si vamos cogidas de la mano, conseguiremos aquello por lo que cada una de nuestras organizaciones lleva luchando tanto tiempo: ganar la batalla contra el terror. Derrotar el terrorismo y lograr que nuestros seres queridos, nuestros padres e hijos, nuestros maridos y hermanos, no hayan sido asesinados en vano.
Y gracias a todos los amigos que hoy han querido acompañarme. Gracias, de verdad, a todos por venir.
Hoy he venido a hablaros de la Asociación Víctimas del Terrorismo. He venido a rendir homenaje a su pasado y a dejar constancia de cuál va a ser nuestro papel en el futuro inmediato: lo que vamos a exigir, lo que no vamos a aceptar y lo que vamos a hacer.
El próximo 4 de febrero se cumplen 30 años de la fundación de la AVT. Treinta años de sangre, sudor, lágrimas y trabajo, mucho trabajo, que arrancan con la valentía de tres mujeres impresionantes –Ana María Vidal Abarca, Sonsoles Álvarez de Toledo e Isabel O"Shea- que desafiando el muro de la soledad, el miedo y la incomprensión, alzaron la voz en defensa de las víctimas y en contra de cualquier concesión a los terroristas.
Empezaron de la nada. Apenas un apartado de correos y un par de anuncios en prensa, en los que invitaban a ponerse en contacto con ellas "a todas las viudas, huérfanos y demás allegados de asesinados en acciones terroristas". Al principio, pocos respondieron. Eran tiempos de duelos silenciosos en el exilio interior. Pero ellas no se resignaron. No se callaron. Siguieron adelante. Mantuvieron la bandera levantada. E hicieron de la AVT lo que hoy es: un refugio, una familia, en la que las víctimas nos sentimos seguras, protegidas y defendidas.
La AVT cuenta hoy con 3700 asociados, distribuidos por toda España. La mayoría son víctimas de ETA, pero también las hoy de otros grupos terroristas como los GRAPO, FRAP, Terra Lliure o Al Qaeda. Esto nos convierte en el colectivo de víctimas del terrorismo más representativo de España. Y también en uno de los instrumentos de presión más poderosos en defensa de nuestras reivindicaciones.
No voy a glosar todos los avances conseguidos en estos treinta años gracias a la acción de la AVT. Sin embargo, por su importancia, sí quisiera destacar cinco grandes logros. Lo haré brevemente.
En primer lugar, y como apuntaba hace un momento, gracias en buena medida a la batalla emprendida por la AVT desde sus orígenes, las víctimas del terrorismo hemos pasado de la clandestinidad más total al protagonismo público que merecemos, que ahora volvemos a reivindicar y al que no vamos a renunciar jamás.
Cuando hablo de protagonismo me refiero, con toda claridad, a nuestra participación activa y explícita en los grandes debates políticos que nos afectan. Y eso incluye, por supuesto, el debate que ahora acapara la atención pública sobre cómo debe ser ese supuesto final de ETA.
Quienes niegan a las víctimas del terrorismo la legitimidad para participar en estos debates nos niegan la esencia de nuestra condición de víctimas. Y aquí quiero decir que me duelen, y que rechazo, de manera especial las palabras de aquellos dirigentes políticos y representantes institucionales de las víctimas que, de un tiempo para aquí, vienen pregonando la idea de que no estamos legitimadas para hablar de política.
A ellos y a todos quiero recordar que a nuestros seres queridos NO los mataron porque sí. Los mataron por razones políticas. Los mataron por ser españoles. Las mataron en nombre de un proyecto político de ruptura, incompatible con nuestro régimen constitucional, democrático y de libertades.
Precisamente, el reconocimiento de las víctimas del terrorismo como víctimas públicas fue lo que obligó al Estado a asumir su responsabilidad civil subsidiaria, con todo lo que ello supone en términos asistenciales para tantas familias, viudas, huérfanos y mutilados.Este es el segundo gran avance del que estamos orgullosos en la AVT.
El proceso desde luego no ha sido fácil. Quiero recordar que la AVT presentó un primer borrador de proyecto de Ley de Víctimas allá por 1991, pero no fue aceptado. Lo volvimos a hacer en el 93, y tampoco fue aceptado. No fue hasta el año 1999 cuando por fin se aprobó la primera Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo.
Diez años después, aquella Ley será sustituida por un nuevo texto que está siendo actualmente tramitado en el Congreso de los Diputados, y a los que la AVT, junto con otros cuatro colectivos, ha presentado siete enmiendas, para nosotros irrenunciables, sobre las que hablaré más adelante.
En tercer lugar, la AVT contribuyó al que, sin lugar a dudas, ha sido uno de los golpes más duros sufridos por ETA a lo largo de su historia criminal: la expulsión de su brazo político de las instituciones democráticas. Desde el principio, denunciamos no sólo públicamente sino también ante los tribunales, que Herri Batasuna no era un partido más, con derecho a participar en la vida pública, sino parte fundamental de un entramado dedicado a ejercer y propagar el terror.
El tiempo nos daría la razón y el 28 de marzo de 2003, el Tribunal Supremo ilegalizó a Herri Batasuna y sus sucesoras, Euskal Herritarrok y Batasuna. Y aquí quiero destacar y reconocer la visión y valentía del Gobierno de entonces, y concretamente de dos personas que están presentes hoy aquí – Javier Zarzalejos e Ignacio Astarloa- , que hicieron posible la elaboración y aprobación de la Ley de Partidos Políticos.
Pocos instrumentos ha habido más eficaces en defensa de la democracia y la libertad en España. Si algún día llegamos a ver el final definitivo de ETA será, en una parte muy importante, gracias a la aprobación –y aplicación- de esa Ley.
En cuarto lugar, en el haber de la AVT están también algunos de los grandes avances en materia penal y penitenciaria. Entre 1994 y 1995, la Asociación lideró una campaña a favor del cumplimiento íntegro de las condenas que culminó con la presentación de más de un millón de firmas en el Congreso de los Diputados.
Nuestras reivindicaciones se vieron parcialmente recogidas en la reforma del Código Penal de 1995 pero sobre todo en la de 2003, cuando por fin se incluyó el cumplimiento íntegro y efectivo de las con