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Si nos preguntan por el final del terrorismo, siempre responderemos lo mismo: Las víctimas queremos un final sin impunidad, en el que triunfe por encima de todo la Justicia.
En el documental que recoge la historia de los 30 años de la Asociación Víctimas del Terrorismo, "No he de callar", se recoge una frase de Aurelio Arteta:
"Lo que más temo del fin de ETA, cuando venga, es que triunfe la simplona idea de que sin atentados todo es admisible". La cita es de 2007 y parece predecir un futuro cruel que en ocasiones parece estar a punto de cumplirse.
Desde la Asociación Víctimas del Terrorismo tenemos el mismo temor que expresaba Arteta. El miedo de que estando a punto de ganar vayamos a perder. La sospecha de que tanto dolor y sufrimiento no vaya a haber servido para nada y sean los terroristas los que se acaben saliendo con la suya. En definitiva, el temor a que seamos las víctimas las que tengamos que pagar el precio de un final indigno para más de cincuenta años de terror.
Un final del terrorismo basado en la impunidad sólo será un falso final. Una trampa. Un espejismo como bien dice el título de estar jornadas. Y tarde o temprano eso nos pasará factura a las víctimas del terrorismo, en particular, y a la sociedad española en general.
Esa paz tutelada por ETA será cruel y trágica. Una paz a la medida del dictado de los terroristas que hará posible que los asesinos consigan por dejar de matar todo aquello por lo que llevan asesinando más de cinco décadas. Una claudicación democrática frente al chantaje del terror.
Todo esto hace imprescindible que cualquier planteamiento ante un posible final de ETA esté encaminado a conseguir su derrota. Para ello es imprescindible que sea la Justicia la que prime. Una justicia sin adjetivos. Nada de Justicia transicional como reclaman los amigos de los terroristas: una Justicia con mayúsculas.
El derecho a la justicia es un derecho universal para todos y cada uno de los ciudadanos. Pero que en el caso de las víctimas del terrorismo es innato a su condición de víctima.
Insistimos. Justicia. Y no venganza como muchos nos acusan. Para ellos, debe ser muy difícil entender que lo único que queramos las víctimas del terrorismo es que nuestro sacrificio y el de nuestros seres queridos no haya sido en balde. ¿Tan inverosímil puede parecer para que pidamos que se aplique todo el peso de la Ley sobre los que acabaron con la vida de nuestros familiares?
¿Cuál es la justicia con mayúsculas que exigimos las víctimas del terrorismo?
- Que a la organización terrorista ETA no le salgan gratis ni uno sólo sus asesinatos y se esclarezcan los más de 300 casos que aún quedan sin resolver, haciendo todo lo posible. Y en los casos en los que no sea posible por la prescripción del delito, que al menos prime una verdad histórica.
- Que los presos de ETA no puedan acogerse a ninguna vía o subterfugio legal para salir de prisión antes de cumplir íntegramente sus condenas.
- Que no haya más de un centenar de etarras huidos o en búsqueda y captura, por lo que sería imprescindible que se redoblen los esfuerzos para que todo aquel que tenga causas pendientes con la Justicia acabe sentándose en el banquillo de los acusados.
- Que las reivindicaciones de ETA no tengan un altavoz en las instituciones gracias a la presencia de sus testaferros. Es necesario que se establezcan los mecanismos necesarios mediante las reformas legales oportunas que posibiliten su expulsión de las instituciones.
- Que a los cómplices de los terroristas no se les tenga como sujetos políticos válidos. Esto es, que no se haga borrón y cuenta nueva de su turbio y macabro pasado en el que apoyaban y legitimaban la actividad asesina y criminal de ETA
- Que no se reescriba la historia. Que no se acepte un relato falso del conflicto con una perversa equiparación entre víctimas de diversas violencias.
Como hasta ahora y en el futuro, la AVT seguirá alzando la voz para seguir recordando que no habrá un final justo hasta que no implique una derrota total de ETA. Un final que pase por la disolución de la organización terrorista, la entrega de todas las armas, la colaboración con la Justicia, el esclarecimiento de los más de 300 casos sin resolver, el arrepentimiento y reconocimiento del daño causado y la salida de sus testaferros políticos de las instituciones democráticas.