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Excelentísimas autoridades. Representantes de los colectivos de víctimas del terrorismo. Queridas víctimas y amigos que habéis querido acompañarnos hoy con motivo del Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo y del noveno aniversario de los atentados del 11 de marzo para recordar a todas las víctimas del terrorismo y en especial a las 191 personas asesinadas y los miles de heridos del atentado más brutal sufrido en la historia de Europa.
Queridos amigos. Podré leer decenas de discursos a lo largo del año. Pero es en éste cuando mi corazón se estremece y probablemente mi voz se quiebre. Hoy, nueve años después, es inevitable que los recuerdos invadan mi mente.
Aquellas horas angustiosas, el doloroso peregrinar por los hospitales… vuelven a mi cabeza como si hubiera sido ayer.
Aquel 11 de marzo de 2004, la barbarie terrorista sacudió las entrañas de todo un país. Madrid fue testigo del horror que arrasó las vidas de 191 personas y dejó miles de heridos, cuya herida, a día de hoy sigue abierta. Mi historia, y la de miles de personas, sufrieron un giro radical.
Desde aquel día, para mí y para todos los afectados, nada ha vuelto a ser igual. Nada. Y en todo este tiempo, se nos ha pedido que olvidemos, que pasemos página, que nos callemos, simplemente porque existía una sentencia judicial.
Como si esa sentencia, que respetamos, nos negara el derecho a recordar y la obligación de seguir exigiendo Justicia. Lo digo una vez más, y no me cansaré de repetirlo, y aún corriendo el riesgo de que acabe convirtiéndose en una frase hecha año tras año: El 11-M no es un caso cerrado, es un caso abierto...
Sigue habiendo demasiados detalles por esclarecer, demasiadas preguntas sin respuesta. De ahí que nuevamente venga a reclamar a todos aquellos que ostenten responsabilidades públicas que actúen con decisión y valentía para lograr el esclarecimiento total, hasta el último detalle, del peor atentado de la historia de España.
Se lo pedimos por los 191 muertos, por los miles de heridos y también por la dignidad de la sociedad española, que lloró con nosotros y a la que los terroristas quisieron doblegar asesinando a nuestros seres queridos.
Queridos amigos. Hoy es el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo. De todas y cada una de las víctimas del terrorismo. Pero no es cuestión de fechas. Por desgracia, en España, casi todos los días del año están marcados por un atentado terrorista. Más de mil vidas rotas por la cobarde sin razón de aquellos que sólo entienden de bombas, tiros, amenazas y terror.
Más de mil razones para seguir reclamando Verdad, Memoria, Dignidad y Justicia. Porque dignificar a las víctimas del terrorismo no sólo consiste en hacerles homenajes y reconocimientos. Para dignificar a las víctimas es imprescindible hacer Justicia. Y la Justicia ni puede ser retórica ni meras palabras.
Hacer Justicia no es facilitar el regreso de los terroristas que se encuentren refugiados en otros países es investigar y poner a disposición de la Justicia a todos los responsables de los atentados terroristas que quedan sin esclarecer. Nos parece indigno tener que escuchar a nuestros gobernantes decir que pueden volver porque no tienen causas pendientes. Sí las tienen, pero sus delitos han prescrito. Hay que trabajar para impedirlo, y que ni uno solo de los asesinatos quede impune porque los delitos prescribirán pero la culpa y el daño causado no desaparecen.
Hacer Justicia no es buscar fórmulas para facilitar la salida de prisión de los terroristas. Es que los terroristas cumplan íntegramente sus condenas, Ni un día más pero tampoco un día menos.
Hacer Justicia no es buscar pretextos para evitar aplicar la Ley de Partidos sino hacer todo lo posible para que los que siempre han aplaudido y justificado los atentados terroristas, y que a día de hoy siguen sin condenarlos, salgan de nuestras instituciones. Justicia, en definitiva, es lo contrario de impunidad.
Porque, queridos amigos, no puede haber impunidad. Ni en el 11-M ni en un supuesto final de ETA. Porque un final del terrorismo con impunidad sería un falso final del terrorismo, un final tramposo. Un final en el que sí habría vencedores y vencidos. Ganarían los terroristas y sus cómplices. Perderían las víctimas y la sociedad española que tanto ha llorado por la lacra terrorista. De ahí que con el menor atisbo de impunidad no se pueda hablar de derrota de los terroristas.
¿Cómo se puede hablar de final del terrorismo si quedan más de 300 asesinatos sin resolver? ¿Con qué cara podrán mirar aquellos a los que se les llena la boca con que ETA está derrota a los familiares de las víctimas asesinadas cuyos responsables no han sido juzgados? ¿Cómo podrán justificar el hecho de que matar a casi mil personas le haya salido prácticamente gratis a ETA?
No todo vale con tal de pasar página en nombre de una paz y una reconciliación que ETA se ha inventado y muchos políticos han incorporado a su lenguaje. ¿Qué guerra ha habido aquí para buscar la paz? Ninguna. Aquí ha habido terroristas y víctimas. Ha habido asesinos e inocentes. Nada más.
Es durísimo ver como los que atacaron y masacraron a nuestros familiares sonríen porque se saben ganadores de una batalla que tenían perdida. Se les dejó coger impulso y, a base de engaños, han vuelto donde estaban. Y no sólo se ríen de las víctimas del terrorismo: lo hacen de la sociedad española y de la democracia que ellos tantas veces atacaron a lo largo de más de cincuenta años.
Y mientras que los terroristas y sus cómplices sonríen y se felicitan por sus logros desde las instituciones democráticas, las víctimas del terrorismo nos sentimos cada vez más solas y desamparadas por estas. Acaso es normal que hoy en el Día Europeo de las Víctimas del terrorismo y en el día que conmemoramos la mayor masacre terrorista de la historia de Europa, muchos de los representantes de nuestras instituciones hayan preferido primar su momento de gloria y de protagonismo en vez de acompañar a las víctimas del terrorismo.
Algo no marcha bien en España cuando las víctimas del terrorismo hemos pasado de ser un referente moral y convertirse en un estorbo al que hay que neutralizar, cuando aquellos que siempre han presumido de apoyar a las víctimas y de colocarlas en el lugar en el que se merecen no han considerado que hoy era un día para honrar y acompañar a todos aquellos que sufrieron la barbarie terrorista. No se puede entender que hayan preferido estar en otros actos. ¿Acaso no pueden señalar en sus agendas el 11 de marzo como el Día de las Víctimas del Terrorismo?
Termino ya con dos mensajes. Uno de esperanza y otro de agradecimiento.
Pese a todos los obstáculos a los que tenemos que enfrentarnos a diario, y al deseo de algunos de silenciarnos, desde la AVT vamos a seguir luchando día a día para conseguir esa Justicia que se merecen todas y cada una de las víctimas del terrorismo. Y digo esto desde el desasosiego que sentimos en los últimos tiempos. En estos duros momentos que estamos pasando, lo que nos llena de fuerzas para seguir adelante, es honrar la Memoria de cada persona que fue golpeada por el terrorismo. Su recuerdo nos hace fuertes. No vamos a ceder ni un milímetro. Y sigo pensando que juntos ganaremos, porque quien resiste y defiende la verdad, siempre